Tener un hijo, escribir un libro y plantar un árbol, son las tres cosas que el poeta José Martí señalaba como las más importantes para un ser humano. En los tres casos, se debe contar con la semilla, fruto del amor entre dos seres. Seguramente las dos primeras tienen que ver con realizaciones personales, pero la tercera tiene que ver con el futuro.
El 28 de junio, se celebra el Día Mundial del Árbol, celebración o reconocimiento que se inició en Suecia el año 1840 y que pretendía generar conciencia sobre la importancia de los recursos forestales, y en especial de los árboles, principales componentes del bosque. No hay bosque sin árboles.
Los mundos verticales de Neruda, se consolidan como las armas ecosistémicas más poderosas para el combate al cambio climático, sus capturas de CO2 y su almacenamiento en sus entrañas es una de las mayores demostraciones de la acción sanadora de la naturaleza, lo que unido a la protección del suelo de la erosión, la oferta de forraje, abrigo y espacio para la fauna y otros componentes de la flora, nos permiten asegurar que son seres de una nobleza inigualable.
Los árboles, son las principales herramientas para la restauración y conservación del medio ambiente puesto que, junto con fijar el dióxido de carbono, traduciéndolo en biomasa, nos permiten obtener productos de uso diario en nuestras vidas.
El Día del Árbol, debe poner en evidencia el rol fundamental que cada día se descubre respecto a su función ya que, a las señaladas, se debe agregar el aporte de materias primas para medicinas, alimentos, papel, combustibles y fibras, entre otros. Plantar un árbol, requiere mirar el futuro con esperanza, con abnegación, con nobleza. Probablemente no lleguemos a verlo convertirse en una especie adulta, pero con seguridad, oiremos los trinos de las aves, la algarabía de un niño jugando en un columpio, o sentiremos la paz y la frescura de su noble sombra.
El compromiso en este día es a plantar con responsabilidad, adecuando las especies a las características de los terrenos y las funciones que deseamos que los árboles cumplan, de esta manera se optimiza el uso de espacios, importante en el caso de las ciudades y pequeños parques, donde el arbolado urbano debe estar inserto en la planificación tanto por el efecto sobre la salud de la población como las consideraciones para su manejo como las podas y el control de plagas, aspecto necesario para el cuidado y desarrollo de estos integrantes de nuestro ambiente.
Por otro lado, no debemos dejar de lado las funciones productivas de los árboles, entendiendo como tal, los servicios tangibles e intangibles, tales como los productos madereros y no madereros, las funciones ecológicas y paisajísticas, elementos vitales para una sociedad saludable, sostenible y comprometida con el bienestar de toda la naturaleza, incluidas las personas.
En el Día del Árbol, quienes laboramos en su entorno, llamamos a sentir el rol fundamental de los árboles en nuestra sociedad, a trabajar por su cuidado y uso sustentable, con responsabilidad y esmero.
Por Dr. Manuel Sánchez Olate
Publicado en Diario Concepción